Daniel Alcaraz Gómez
Penoso espectáculo en el TSJ
La encarnizada lucha por el control del poder en el Tribunal Superior de Justicia exhibe a la mayoría de los magistrados como lo que son: unos vividores que no guardan las formas, con el único propósito de seguir viviendo como príncipes, del dinero del pueblo.
Particularmente, vemos al ahora expresidente del Poder Judicial, Jorge Gamboa Olea, aferrarse al cargo; y a pesar de que, a partir de la publicación de la reforma judicial, dejó de serlo, el sujeto, sin la menor calidad moral y honor, se niega a desalojar oficinas y a entregar vehículos propiedad de la institución.
Siguen agarrados del chongo. No han logrado nombrar al nuevo presidente porque primero ponen por delante sus intereses personales; la impartición de justicia es lo de menos. Verdaderamente dan pena ajena.
Mucha historia negra sembró tras de sí Gamboa Olea. Escenificó acciones penosas que mostraron a un hombre carente de toda calidad moral. Pero hoy, cuando el poder se le ha acabado, continúa exhibiéndose como lo que es: un patán y mediocre que inmerecidamente llegó a tan alta responsabilidad. Juan Emilio Elizalde, en calidad de decano de los magistrados, fue electo presidente temporal a fin de que conduzca el proceso de sucesión, pero Gamboa no quiere soltar el mando, y eso ha llevado a conflictos internos que imposibilitan aún más la decisión.
Desde el exterior, hay barras, colegios y asociaciones de abogados que les piden un poco de responsabilidad y seriedad. Incluso hay quienes ya solicitan un juicio político y de responsabilidades, porque tienen paralizado el TSJ. Pero los señores no escuchan, no ven, no entienden. El periodo de Gamboa por fin concluyó; debe hacerse a un lado y facilitar el proceso, pero se acostumbró a mandar y a ordenar, y no deja el hueso.
Aquello continúa enredado. Ojalá que termine ese desafortunado espectáculo, porque los morelenses no merecen esta clase de “servidores públicos”.
