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Radiografía del Poder

Daniel Alcaraz Gómez

🔹 La autoridad puede, pero no quiere

🔹 Tolerancia, impunidad, omisión de la ley: causas del desorden

🔹 ¿Omitir la ley es lo correcto?

Los gobiernos federal y estatal muestran voluntad y determinación para combatir la delincuencia. En el caso de los municipios, sólo algunos suman esfuerzos; la mayoría de los ayuntamientos más bien son parte del problema y tendrían —sus cabildos— que ser revisados.

No obstante, el monstruo que se enfrenta es de dimensiones desproporcionadas: grupos delictivos armados hasta los dientes, entrenados para combatir, exmilitantes, guerrilleros contratados de Centroamérica, sistemas de comunicación de primera y sicarios al por mayor, incluso algunos cárteles con base social.

Y es que hace demasiado tiempo que, desde los más altos niveles de gobierno, comenzaron a cultivarse las complicidades con poderosos capos. Actuaban en armonía: ambos, malandros y políticos, se beneficiaban de las ganancias de sus actos perversos. Muy marcadamente podemos decir que fue durante la presidencia de Carlos Salinas (1988–1994) cuando la maña se fortaleció con todo.

Hoy día, desmantelar esas redes pareciera imposible, porque los narcopolíticos se fueron multiplicando, y en este momento sería más sencillo saber quiénes tienen las manos limpias; la absoluta mayoría forma parte de ese cáncer que hace décadas nos invade.

No obstante, aún con todo eso, nuestro Ejército y la Marina podrían —claro, no sin tener bajas— eliminar a cualquier grupo, por poderoso que sea. El asunto es que pareciera que no se quiere proceder e ir terminando gradualmente con todo esto.

En el caso de Morelos, basta estar medianamente informado para saber —o sospechar— quiénes son los políticos que están relacionados con la delincuencia organizada: hay senadores, diputados federales, locales, alcaldes… Y en cuanto a personajes del bajo mundo, sucede lo mismo. ¿Acaso las autoridades no saben de Abel Maya, por ejemplo, que controla buena parte de la zona centro de la entidad? Y así, hay muchos sujetos más de los que se tiene conocimiento. ¿No hay realmente posibilidad de capturarlos? ¿Por qué no se hace?

Hay focos rojos en la entidad perfectamente ubicados; seguro se cuenta con la identidad de los mafiosos: Huitzilac, Cuautla, Jiutepec… Habría que ir con todo en esos lugares, pero como que se actúa demasiado lento.

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