David Alanis
El domingo pasado iniciaron las campañas, que duraran 60 días, para la elección en el poder judicial federal.
Vale recordar que estarán en juego los cargos para 9 Ministras y Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), 2 Magistraturas de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), 15 Magistraturas de las Salas Regionales del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), 5 Magistraturas del Tribunal de Disciplina Judicial, 464 Magistraturas de Circuito y 386 cargos Personas Juzgadoras de Distrito.
En total compiten 3,422 candidatos, si, lo escuchó bien, 3422 candidatos y candidatas. En el caso de Morelos, también vale decir que por acuerdo de los diputados, será hasta el 2027, cuando se lleve a cabo la elección del poder judicial local, para empatar el proceso con la elección intermedia de cargos políticos.
Es sin duda una elección histórica en el país y si nunca antes vista, pero por eso mismo esta matizada de grandes riesgos, tentaciones y yerros.
Y bien comenzaron su campaña estos tres mil 422 suspirantes a ocupar una buena plaza en el Poder Judicial federal, luego de la reforma impulsada por el ex presidente de México Andrés Manuel López Obrador, pero eso ya es historia.
La elección es un hecho y en junio, la mayoría de las y los que participen en la votación decidirán la integración del poder judicial federal.
Y es aquí donde nos corresponde parar un poquito y analizar el gran riesgo tras este proceso único en el mundo y de grandes expectativas. El arranque de campañas tuvo muchos matices: unos lo hicieron como si fuese una elección de las que ya hemos vivido, con mitines, recorridos y mensajes, pero la mayoría han inundando con sus mensajes “persuasivos” las redes sociales, sobre todo aquellas que son más usadas por las juventudes.
Promesas de justicia resaltan en los contenidos, cercanía con el pueblo retumban por todos lados y castigo a los corruptos forman parte de las frases electoreras.
Sin embargo, hay algo en lo que se puede identificar el gran boquete que se le hará a la impartición de justicia de nuestro país. Si nos regresamos tantito a la situación actual en ese poder podemos decir que la justicia en nuestro querido México es de difícil acceso y muy elitista.
En la mayoría de los casos, hablando en formato culinario, sólo es un banquete que degustan aquellos con poder económico o político.
El mexicano promedio sufre la revictiminzación al querer acceder a la justicia. Por eso, veo con gran alarma lo que va a suceder después de la elección.
En las calles y en las redes sociales hay un gran movimiento de liderazgos que tienen la misión de lograr acarrear la mayor cantidad de votos para tal o cual aspirante, liderazgos que, de obtener su cometido significarán un compromiso enorme para aquellos que obtuvieron el cargo en competencia.
Es decir, por ejemplo si Juanito Perez logró llegar a la Suprema Corte de Justicia y para ello hizo uso de 32 liderazgos principales en los estados y la Ciudad de México, esos 32 liderazgos tendrán ciertas contemplaciones, por decirlo suavemente, por parte del ministro Juanito Perez.
Vamos a un nivel mucho más bajo, pero no menor en su grado de importancia. Don Pedro pitas tras la elección llega a ser juez y para eso, armó un equipo de apoyo que motivó a los suficientes para que le dieran el triunfo sobre sus oponentes.
Llega el momento en que siendo juez cae en su manos el caso de una persona ligada a sus grupos de apoyo en la elección: ¿impartirá justicia como corresponde o por los compromisos de campaña terminará dandole a la razón a su gente de apoyo, aunque en realidad haya cometido un delito?
¿Si nos damos cuenta del GRAN RIESGO? SI, ASI, con mayúsculas
ahora bien, en las elecciones que ya conocemos y vivimos, la necesidad de contar con recursos económicos obliga a muchos candidatos a comprometerse con empresarios y hasta con gente ligada a los grupos delincuenciales.
¿Cuál es la garantía de que en esta caso eso no sucederá? Pues ninguna, así de plano.
Un candidato a presidente municipal promete obras, adquisiciones y un sin fin de negocios a todos aquellos que le inviertan a su campaña. En el caso del poder judicial, el compromiso será sin duda: JUSTICIA A MODO.
UN CAMBIO EN EL poder judicial si es necesario, pero no podemos salir de Guatemala para irnos a guatepeor.
Este proceso de campañas debió establecer la prohibición de que los aspirantes tuvieran cercanía con personas o incluso con grupos políticos, para garantizar que los que lleguen sean verdaderos impartidores de justicia y no puertas para la impunidad y la corrupción.
El estado debió abrir espacios públicos para la difusión y visibilización de las y los candidatos, los suficientes, pero evitar a toda costa el roce social, para no caer justo en las tentaciones que le comento. Se hizo todo lo contrario. Y después de junio próximo lamentablemente todo parece indicar que tendremos un poder judicial aún más comprometido con la sucia política de nuestro país.
¿Qué nos queda a los ciudadanos?
Conocer lo más que podamos sobre las y los candidatos y elegir quizá, al que menos comprometido este con los grupos políticos, al que se vea más preparado y por supuesto al que más nos pueda garantizar justicia pronta y expedita, lo cual sigue siendo el sueño de muchas y muchos mexicanos.
